En ocasiones, las circunstancias de la vida hacen coincidir en un breve espacio de tiempo varios acontecimientos importantes que requieren de ti estar en plena forma. Por ejemplo una semana de exámenes (para poder aguantar las noches en vela repasando, o estudiando, y durante el día estar fresco para no confundir las respuestas), las fiestas patronales (varias noches de fiesta y verbenas, con sus días de misas, procesiones, bailes-vermut, museos, conciertos, quedadas), un fin de semana (un non-stop de quedar con unos y otros desde el viernes por la tarde a cenar, hasta el domingo por la tarde al fútbol, apenas durmiendo unas horas, y sin poder permitirte ir arrastrándote el lunes de sombra en sombra), un fin de semana “romántico” (la cama no sólo sirve para dormir, ni el sofá, ni la cocina, ni la ducha), un verano (la suma de todo lo anterior, elevado a la K), el septiembre negro (seguir con el ritmo del verano, por segundo o tercer mes consecutivo), Navidades (salidas nocturnas, comidas familiares en las que no puedes aparecer en un estado semivegetal, cava y vino a cualquier hora y en todas las celebraciones)…
En estas ocasiones se puede intentar aguantar dopándose con sustancias estimulantes como café (los que pueden), RedBulles, refrescos de cola, EPO, Viagra y otras pastillitas de colores… pero un truco más sano y natural, y guardado desde hace generaciones como un valioso secreto por un reducido grupo de cachuchos, es dormir con los puños cerrados. Las horas de sueño son las mismas, pero las de descanso son el doble, es decir, si duermes cuatro horas habrás descansado como ocho… estarás en plena forma en menos horas y podrás seguir con el calendario previsto sin tener que retirarte antes ni perderte nada, eso sí, procura no abusar de este recurso y de vez en cuando date una cura de sueño, a pierna suelta, y puños abiertos, para poder hacer un formateo total del cansancio, y no un simple Reset…
NOTA: La imagen ilustrativa no son el juguete de cada Navidades, esos puños de la Cosa, Hulk y similares…
